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Uno de los parámetros de control del agua, cuyo nivel permite mantener “a raya” a los contaminantes microbiológicos es el cloro, incluso a concentraciones muy bajas tiene una importante actividad biocida. Conservar los límites de concentración del clore en nuestros grifos, fuentes, etc, estimados por legislación y suficientes para inhibir el crecimiento microbiano, es una tarea a veces no demasiado fácil. Sería lógico suponer que un aumento en la concentración de cloro disponible en una solución traería un aumento correspondiente en la actividad biocida. Esta suposición puede ser verdad, mientras que otros factores, tales como el pH, la temperatura y el contenido de materia orgánica se mantengan constantes.

El poder biocida del cloro depende mucho de su no disociación en solución acuosa que está directamente relacionada al pH. Un aumento en el pH diminuye sustancialmente la actividad biocida del cloro, y una disminución del pH aumenta esa actividad en la misma proporción. Desde principios del siglo XX, se demostró esta dependencia del pH en la formación del ácido hipocloroso, forma más eficaz de la actividad biocida de los compuestos clorados, y por consiguiente, en la eficacia del cloro.

En ciudades como Zaragoza, con cascos viejos, con instalaciones muchas de ellas muy antiguas y con tramos de tubería muy largos, es fundamental controlar si los niveles de cloro son los legalmente establecidos o incluso clorar en un punto más intermedio, si la topología del sistema de conducciones lo permite. El ayuntamiento de esta ciudad lleva haciendo este control exhaustivo muchos años, incluso antes de las nuevas normativas para así asegurar a los ciudadanos de Zaragoza que el agua que consumen se encuentra dentro de los parámetros que se establecen para definirla como apta para agua de consumo humano.

One of the control parameters of the water, whose level can keep "in line" microbiological contaminants are chlorine, even at very low concentrations has a significant biocidal activity. Retain clore concentration limits in our faucets, supplies, etc., estimated by legislation and sufficient to inhibit microbial growth, is a task sometimes not too easy. It would be conceivable that an increase in the concentration of available chlorine in solution would bring a corresponding increase in the biocidal activity. This assumption may be true, while other factors, such as pH, temperature and organic matter content are held constant.

The power of chlorine biocide depends heavily on its non-dissociation in aqueous solution is directly related to pH. An increase in the pH substantially decreases the biocidal activity of chlorine, and a decrease in pH increases the activity in the same proportion. Since the early twentieth century, this pH dependence is shown in the formation of hypochlorous acid, the most effective form of the biocidal activity of chlorine compounds, and thus in the effectiveness of chlorine.

In cities such as Zaragoza, with old helmets with facilities many of them very old and very long lengths of pipe, it is essential to control if chlorine levels are lawfully resident in chlorinating or even intermediate point, if the system topology pipeline permits. The municipality of the city has been doing this exhaustive control many years, even before the new regulations in order to assure the citizens of Zaragoza that their water is within the parameters established for defining it as suitable for drinking water .